jueves, 4 de diciembre de 2008

Memorias de un domingo

No recuerdo qué fecha corresponde al día de hoy: Domingo, amado domingo de música, pienso en vivir luego un domingo de silencio. Recolectando la basura de la semana, concluyo que no fue mucho lo ganado. O sí, quizás fue el encuentro con el joven de voz aterciopelada, amoroso y tranquilo, parece ser un buen chico. Se me presentó de manera sencilla, casi desapercibido, y al profundizar en los asuntos de su vida me encuentro con casi un tesoro, y digo "casi" para que se me indulte en caso de que todo sea un error.



Domingo de mi música amada, domingo de comidas ligeras, de pequeños detalles, de soledades y esperanzas, domingos de cielos diversos, domingos de sol y de lluvia, domingos, simples, íntimos, de amaneceres tardíos y tardes longevas.



Estuve muy silenciosa y distante, prevenida tal vez. ¿Pensaría que me sentía disgustada?, pienso en Alb y en ese sentimiento extraño que despierta en mí. En sus ojos verdes de hombre serio, contrarios del buen humor desbordante que me lo caracteriza, me lo recuerda.



Domingo de amarillos, verdes, azules, de agua y de viento, amados domingos.



También tengo tiempo de pensar en V y la gran desilución que me causó, pero ya no quiero tener tiempo para él. Ahora, parece una sombra de algo que no recuerdo haber conocido.



Domingo volátil, domingo eterno, domingo mío.



Domingo noche, domingo negro: me siento enferma y tengo miedo.



Un título original: Ansicheten eines clowns. ¿Es usted melancólico?, sutilezas gramáticales del lenguaje, la grandeza de la pobreza.



* * Fin de mi Domingo * *

martes, 11 de noviembre de 2008

Sobre los viejos hábitos

Yo me apego a mis viejos hábitos porque siempre fueron resultado de mi inocencia, y sobre todo de la crianza que sin tiempo, con prisa y con ignorancia, me inculcaron mis inmaduros padres. Yo recuerdo que cuando fuí estudiante del bachillerato me arrodillaba en la noche junto a mi cama y elevaba una oración a Dios para pedirle que me pudiera concentrar en mis estudios, que aprovechara el tiempo y que a cambio de eso yo le prometía que me alejaría de todos los actos impúdicos a los que me arrastraban mis vandálicos compañeros, los que casi siempre yo asociaba con el pecado. Ir puntualmente al colegio impecablemente uniformada, llegar puntual a casa y no volver a salir de ella sino al día siguiente, perder el tiempo en una y otra cosa, ocuparme de algunas obligaciones detestadas de la casa, leer en la noche, pensar en el amor imposible, querer con sinceridad a mi familia.

Mucho le debo a una tía siempre criticada por su fuerte carácter, por sus decisiones tercas, por sus diferencias con la abuela; querida por su amor hacia la familia, por sus ojos verdes, por su hambre de mundo, por el amor a su pequeño rubio (tal vez descendemos de algún español, o algún europeo) madre soltera por decisión propia, sin miedo y con valentía (y esos sí, mucha dignidad), por el apego a sus hermanas. Amada por mi, por su radicalismo, por sus gritos de justicia, por sus ideas de izquierda (sin ser socialista) por su defensa hacia las mujeres (sin ser feminista) por su mesura con el dinero, por su criterio para relacionarse con los hombres, por su soledad feliz, por su amor de madre, por su tratamiento de belleza para adelgazar por sus novios de mundos imposibles, por el gusto que tiene para la televisión y el cine. Y sobre todo por que cree en nosotros: la juventud y el futuro de la familia, nos ve infinitos en otros países, felices, inteligentes.

Entonces, cómo no retroceder a esos años en los que me acompañaban las tardes de música y unos viejos Lp's, como no aferrarme a mis primeras lecturas mediocres, a esos silencios eternos en una casa gigante en donde crecía sin amiguitos con quienes jugar. Recuerdo las tardes en la habitación de la terraza en donde el sol desendía en el horizante y los rayos de sol se me colaban entre las cortinas y me impedían continuar con mis estudios, mi papá mi única compañía en mi infancia ponía una toalla inmensa para que finalizara mis tareas, hasta el anocher. Reproduje esas tardes en la biblioteca en la universidad, tardes verdes y amarillas, me descubrí sentimental y enamoradiza, soñadora e intrépida felizmente radical.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Y cambiando de tema...

Ser mujer y ser feliz, son los dos asuntos que me afana en los últimos tiempos. No sé si una cuestión desencadena la otra, es decir, si ser mujer me haga una mujer feliz, si el amor y la felicidad son fieles compañeras, y si al respecto del amor, sea inherente estar acompañada de un hombre, de un hombre bueno o de un buen hombre. No iniciaré aquí un texto sobre feminismo, ni es un estudio de género, pero tiene que ver con las inquietutes que tengo respecto a ambos conceptos. Según Beauvoir la mujer no nace, se hace; entonces, ¿Cómo me hago mujer?, ¿Qué hace mujer a un ser humano?, ¿las mujeres son felices por ser mujeres?, ¿el sentimiento del amor destinado a un hombre, hace parte del ser mujer?, ¿Cuáles son mis roles funcionales como mujer en el mundo?.

Con prejuicio tomé un libro de Marcela Serrano, pensando que no estaba preparada para iniciar la lectura de sus libros, en la cercana página 19 encuentro que: "Una mujer es la historia de sus actos y pensamientos, de sus células y neuronas, de sus heridas y entusiasmos, de sus amores y desamores. Una mujer es inevitablemente la historia de su vientre de las semillas que en él fecundaron, o no lo hicieron, o dejaron de hacerlo, y del momento aquel, el único en el que se es diosa. Una mujer es la historia de lo pequeño, lo trivial, lo cotidiano, la suma de lo callado. Una mujer es siempre la historia de muchos hombres. Una mujer es la historia de su pueblo y de su raza. Y es la historia de sus raíces y de su orígen, de cada mujer que fue alimentada por la anterior para que ella naciera: una mujer es la historia de su sangre"*. Fácil parece pegar este fragmento delicado, facil para mí no fue abrir un libro y encontrar parte de mis cuestionamientos, maravilloso es entender que dentro de mi ser y fuera de él se configura y se reproduce eso a lo que le llaman ser mujer.

Y en cuando a nuestros roles, en la contemporaneidad?... hay más: "Ésta imagen de las nuevas mujeres que somos nos llevará al derrame cerebral. Además de llevar una casa, de parir y criar a los hijos, de trabajar (¡de autofinanciarnos!) y -ojalá- de alimentar también el espíritu, debemos ser inteligentes y sexualmente competitivas... Pero no solo eso también debemos darle la oportunidad a nuestra pareja de sentirse alguien diferente al proveedor -dicho sea de paso, y se sienta como se sienta frente al tema, objetivamente ya no es el proveedor-; este es dejarle espacio para su ser afectivo. Pavimentamos el camino para ese nuevo yo de los hombres y gastamos energías en lograr que se lo crean, cuando en nuestro fuero interno sabemos que es sobre nosotras y solamente sobre nosotras, que recae la responsabilidad de toda la vida afectiva. El afecto en la familia y en todos lados, sigue dependiendo ciento por ciento de nuestras recargadas espaldas".

lunes, 15 de septiembre de 2008

Desde el horizonte del recuerdo

En la terraza de mi casa, expulsando una bocanada de humo, las grises hilachas van subiendo en dirección a las estrellas: noche despejada en cielo azul oscuro y amarilla luna llena. Pensando sin cuestionar la belleza del universo, el diámetro de la tierra, la velocidad del viento, la densidad de las nubes, disfrutando el escalofrío que deja el residuo contaminante en mis pulmones, saboreando su agrio sabor. Mis manos tiemblan, es la ansiedad y el frío.
Tu haces parte de ese Universo bello, de esa magnanimidad indecifrable, qué más harán tus manos, ya las he visto irrespetar mi soberanía, decorar mi corporeidad con tus palabras de científico loco, con tu tajante denominación de mi pueril existencia: mística!!!! Es tu coherencia verbal la que impresiona, entrando a la primera etapa de la madurez, discutiendo sobre la lucidez cuando la mente al parecer se hace senil. Y yo me pregunto: qué seré yo a esa edad que se me asoma tan cercana, qué pensamientos se me ocurrirán desde el momento en que abro mis ojos, cuántos caminos faltan por recorrer, es necesario experimentar, es necesario reír.... Y depronto me dejas al despedirte un mensaje de felicidades, que me colmen, que me bendigan, y dices que la mística soy yo.
Y yo me quedé con una inmensa necesidad de llanto; sí, como el poema de Girondo, con ganas de "Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la naríz, con las rodillas. Llorarlo porel ombligo, por la boca...", aunque ninguna lágrima salió, solo sentí el viento tibio de la mañana, se me colaba por los trozos de vestidura que me dejaste porque pasaste como un huracán, y la verdad no quiero sufrir de nuevo tu vendabal, no quiero encadenarte entre mi indecisón no soportaría encontrarte enredado entre mis vaivenes mis miedos mis altibajos mis subidas de montaña rusa y mis bajadas de acantilados tropicales. Quiero tener tus barbas entre mis recuerdos, tu sonrisa mesurada tus anteojos de hombre sabio tu pelo de niño con olor a manzanilla tus manos pequeñas de uñas afiladas prestas a la música.

Déjame fundirme en tu buen consejo, en tus análisis históricos de mi evolución cultural y corporal, déjame colmarme con el elixir de tu coherencia sobre la sicología del amor, obsequiame la seguridad y la templanza con la que caminas sobre el cemento esquivando adoquines, perpetua en mis oídos tus palabras de poeta, todo completo en el recuerdo un espacio en donde las vivencias se guardan diáfanas, reposando con veracidad, tal como son sin arreglos ni ensoñaciones.

Gracias por esa madrugada nutritiva de saber.

Veronique.